Fotografía de Ferdinando Scianna
31 agosto 2020
Nos saludamos con el “holaquetal” de siempre y tras un clásico maldecir de la educación de los jóvenes y la bochornosa sinvergonzonería de los políticos, pasamos a preguntar por lo personal. Esta vez, como siempre, empecé yo:
- “¿Qué tal te va tu nueva vida de jubilado, Luis?”
- Se cruzó de brazos, lanzó un suspiro al cielo y me dijo:
“Nada nuevo Enrique, ya sabes, yo siempre he sido el de la vida gris, sí, el que casó con su novia de siempre, el que se hizo aparejador con un cinco pero sin perder curso, el que se ganó una oposición a los 21 y ahí estuvo, en su Ayuntamiento, durante 49 años, el que tuvo 5 hijos y nunca se lo contó a nadie, el que ahora tiene 13 nietos y solo se lo cuenta a quien se lo pregunta, el que sigue cogiendo de la mano a su mujer cuando pasean por la Playa de San Juan y el que a sus 70 recién cumplidos … sigue siendo feliz, Enrique, ya sabes solo eso, una vida gris”
Me emocionó oír a Luis contar lo que a mi me pareció un lamento o, seguramente, una manifestación de siniestra incomprensión al ver lo que la sociedad, estúpidamente, premia a sus laureados de hoy, sí, a esos nuevos iconos/becerros sagrados de la cultura de la absurdidad actual, vigente y creciente.
Fuente: etfreixes.blogspot.com