Por Carlos Santa María
Las preguntas que hoy se hacen los gobiernos y las personas tal vez ya fueron resueltos en la cultura oriental a través de pensadores que no son conocidos por las más diversas razones, entre ellas, porque confrontan las realidades del ser y políticas con lo que sucede en estos momentos.
Buda, quien nació aproximadamente hace unos dos mil quinientos años antes de nuestra era en la frontera entre India y Nepal, es uno de esos personajes históricos que postuló una visión tan clara del mundo demostrando que ya en esa época había pensadores que bien podrían orientar a los gobernantes actuales tanto en lo político como en su vida personal.
Uno de los primeros principios es el de al esperanza, complementado con la proactividad pues expone una idea fundamental que da sentido a la vida y que se requiere enormemente en la actualidad. El axioma: ‘Alégrate porque todo lugar es aquí y todo momento es ahora’, científicamente implica vivir el presente como único medio de construir futuro, sin ser un desmemoriado del pasado. En esencia da una herramienta que obliga a ser mejor en este momento y no en el próximo.
En tiempos de pandemia, confinados obligatoriamente, propone entender el dolor como algo inevitable ya que somos seres biológicos, sin embargo, agrega que el sufrimiento es opcional en tanto lo crea cada sociedad producto de su cultura. Así, entender el presupuesto de una nación como caridad para su pueblo y no una necesidad ética, da margen a pensar profundamente.
En tiempos de tanto individualismo y consumo alienado, él afirma que no es un ser enviado por nadie sino un hombre en tránsito encaminado a enseñar los senderos para crecer y vivir feliz. Negó ser omnisciente, es decir, conocedor de todo, sino acepta que posee conocimientos superiores a otros gracias a su estudio y a la práctica coherente en su tránsito planetario. Con ello ha dejado en ridículo a quienes se hacen representantes de un poder superior como un destino extraplanetario que son los emisores o mensajeros de quien les dio ese beneplácito.
Políticamente es un iniciador de la Equicracia ya que consideró que los gobernantes deben ser gente buena, desprovistos de egoísmos, con un amplio sentido de la generosidad, que no entiendan su función como el modo de ejercer caridad sino derechos de la comunidad. Abogó por una administración de los justos y conocedores de las verdaderas necesidades de las comunidades.
Al proceder de una familia con recursos y abandonar el lujo, lo proclamó como una bandera permanente que permite vivir a satisfacción superando los obstáculos de la vida mundana. De igual modo, al considerarse humano, desarrolló su cuerpo en el más alto nivel así como lo hacen los yoguis-lo que les permite derretir la nieve estando inclusos desnudos gracias a su fuerza energética- realizando una meditación en ayuno por más de cuarenta días, signo de una fortaleza interior inmensa.
Según su concepción, uno de los objetivos más importantes del ser humano es la búsqueda del nirvana o la perfecta paz, la cual se consigue logrando que la psique esté exenta de ignorancia, avaricia, odio, egoísmo, lo que implica una propuesta contemporánea sobre la Serenidad como el estado de la resiliencia y el compromiso por el servicio a la Humanidad.
Finalmente, pese a que existen otros puntos básicos de su pensamiento, Buda se opuso a las creencias de una deidad creadora del Universo (conociendo de los billones de galaxias en tanto inextinguible), basado en un sistema de relaciones causales subyacentes al universo, lógicas, las cuales forman el orden natural o dharma, creando los cimientos para el crecimiento de las ciencias sociales.
Al manifestar que las interrogantes sobre el origen del mundo no tiene gran valor pues de lo que se trata es de ser buena persona, coherente, con la verdad en los labios y dispuesto a disfrutar en justicia la sociedad. En ese sentido, el budismo es una visión no teísta al excluirse Buda de este parangón, lo que demuestra su transparencia, humildad y mensaje para las nuevas generaciones.
(&) Análisis reflexivo presentado al Diplomado ‘Altos Estudios en Pensamiento Crítico’, avalado por el Centro de Pensamiento Libre, entidad particular que propicia el desarrollo de la inteligencia integral. Junio 2020.
Miembro honorario del centro de pensamiento libre
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