07 junio 2020
– Hago un esfuerzo en ese primer sueño de la madrugada en el que pienso que me estoy convirtiendo en un resto arqueológico de una sociedad en la que primaban los valores por encima del éxito. Decían de un viejo conocido de mi abuelo, al que le atribuían cierta locura ocasional, que cuando vio que la aviación franquista había dejado de bombardear sobre el puerto de Barcelona dijo ….”¿Estaré muerto?”
– Desperté por fin, lo hice nuevamente ayudado por el tremendo ruido que genera mi querida vecina al subir la larga persiana de su dormitorio. Me doy la vuelta con fuerza para incorporarme y zas, le doy un enorme puntazo a la esquina baja de la pata derecha de la María Antonieta con mi uña en extinción del dedo gordo, también derecho, y … quedo sangrando como un conejo. Oxigenada, susto, cristalmina y una tirita y todo resuelto.
– El cura Párroco me dijo anoche, (vino a casa), para asegurarse de que no estoy pecando en modo alguno, que me echa en falta en el Rosario de las ocho y media y la Misa de diez. Una larga noche de charla venial, sí, se terminó el Calisay, el Cointreau, el Matusalem y hasta las dos Pepsi Max de dos litros. Finalmente le eché valor y lo acompañé a su Residencia de noche y no hubo mascarilla ni guantes que nos hiciera perder un gran abrazo de despedida.
- Al llegar tuve que buscar entre los desorganizados espacios de la librería, uno de esos textos recortados y guardados celosamente en una linda caja metálica, textos que me confunden siempre que los pongo ante mis ojos:
A veces creo que nada tiene sentido. En un planeta minúsculo, que corre hacia la nada desde millones de años, nacemos en medio de dolores, crecemos, luchamos, nos enfermamos, sufrimos hacemos sufrir, gritamos, morimos, mueren, y otros están naciendo para volver a empezar la comedia inútil. Seria eso, verdaderamente, ¿toda nuestra vida sería una serie de gritos anónimos en un desierto de astros indiferentes?
Ernesto Sabato
Fuente: etfreixes.blogspot.com
