Éramos felices y no lo sabíamos

70.37% credibility
 
Related

Hoeflich favorece intereses de Soros, el vínculo es Sheinbaum

ANONIMO
772 points

Partido comunismo mexicano ratifica sinergia con las masas en su tercer congreso

ANONIMO
286 points



Most recent

Nexsys amplía su oferta con Kingston FURY, la nueva joya de la memoria RAM para gamers

Prensa
8 points

3 tendencias de pagos que impulsan el éxito en el eCommerce

Tecnologia
28 points

¿Cuándo empezamos a vivir? (Yo mismo)

El diario de Enrique
14 points

Experiencia sensorial total en Ethernal Fest: música, gastronomía y tecnología

Comunicaciones
22 points

Demencia: Como reducir el riesgo de sufrirla

NOTICIAS-ETF
48 points

En agosto nos vemos.

Pablo Emilio Obando Acosta
16 points

¿Qué tiene en cuenta el consumidor colombiano a la hora de comprar?

Juan C
16 points

Usos de Home Assistant que te facilitarán tu vida

MaríaGeek
14 points

Estudio de Ipsos: el populismo en 2024 sacudirá el escenario político mundial

Prensa
8 points

2023, un año de florecimiento y consolidación para Confiar

Prensa
6 points
SHARE
TWEET

 Éramos felices y no lo sabíamos


Solo en mi habitación mientras me secaba luego de una ducha, me senté en la cama a pensar. Luego de meses encerrado, habituado a un confinamiento que he aprendido a soportar, donde da igual si es sábado o martes, reflexioné sobre cómo nos ha cambiado la vida. Hemos perdido algo tan humano como la cercanía, el delicioso tumulto, caminar en una calle atestada de gente, ir a un bar repleto o a un restaurante lleno y sentir esa agradable sensación de proximidad con el otro, sensación que muchas veces rechazábamos.

Sentí ganas de ir caminando hasta un restaurante árabe a gastarme la plata no tengo, saborear una buena comida y seguir sin afán a ver las vitrinas de las tiendas de esa curiosa moda urbana bogotana sobre la Séptima con cincuenta y cuatro, luego pasar a algún barsucho de rock de esos de la Trece, tomarme un par de cervezas observando personajes curiosos hablar estupideces interesantes y de pronto, quizá, conocer a alguien con quien hablar de algo, de cualquier cosa. Luego ir a alguno de esos bares bizarros de Bogotá donde ser normal es lo anormal y simplemente disfrutar al ver cómo la gente se deleita con la música. Finalmente regresar a casa en un taxi feo con un delicioso hedor a guardado en medio de un trancón a la una de la madrugada luego de una noche de viernes. Éramos felices y no lo sabíamos.

Pero todo eso lo hemos perdido, perdimos esa vida social que por superflua y frívola que fuera era deliciosa. Me vestí, me puse cualquier cosa, qué más daba. Me senté en el compu a trabajar un rato pero en el fondo sentí un profundo amor por Bogotá y extrañé esa ciudad insegura, congestionada, de gente afanada y malhumorada pero también esa ciudad de miles de restaurantes interesantes e innovadores hoy cerrados, esa ciudad de los teatros, de la ciclovía de los domingos llena de gente que que cree que hace deporte; esa ciudad de las universidades cercadas por bares, esa ciudad diversa, tolerante y vanguardista; esa ciudad con su propia moda irreverente y sus bandas de rock; esa ciudad de costeños, caleños, boyacenses, negros pacíficos y venezolanos que han venido a hacer su vida; esa ciudad de rayos de sol que al terminar la tarde chocan con las casas y edificios ocres de Teusaquillo; esa ciudad de los cafés donde va gente a hacer nada o esa ciudad donde en cada esquina de barrio hay una panadería o una peluquería; esa carrera Séptima llena de ventas raras en el piso que nunca se venden pero que siempre están ahí, y sobre todo, extrañé esa Bogotá de jóvenes inconformes y dignos que tanto me enorgullecieron hace poco cuando llenaron las calles y que hoy están encerrados.  La verdad tuve una rara sensación como si el mundo se estuviera acabando de a pocos y no nos diéramos cuenta, lloré un poquito y seguí trabajando.

Sé que esta es una descripción chapineruna del confinamiento y que nada tiene que ver con la gente del sur que está mortificada por tener que irse a dormir con hambre, y que su angustia no es tan simple como no poder hacer nada un viernes en la noche, pero esta es la pandemia que me tocó vivir. Con esta gente empobrecida y condenada a la miseria hoy siento más proximidad que nunca y me da mucha pena que la pandemia nos haya cogido con esta sociedad desigual de mierda.

Dicen que “nada volverá a ser igual”, pues la verdad no lo creo, pienso que esto pasará y todo volverá a ser como antes, aunque primero vendrá una crisis económica peor que la pandemia, sé que Bogotá volverá a ser esa ciudad que hoy extraño.

@GabrielPacheco
Miembro de número del Centro de Pensamiento Libre

Crédito de la foto: Twitter de Sergio Montero @sergemont
SHARE
TWEET
To comment you must log in with your account or sign up!
Featured content