por Raymundo Rivera Lopeztiana
Para nadie es secreto que en el último vagón de los trenes del metro sucede desde una mirada, un coqueteo, una caricia hasta el contacto sexual entre hombres gay, sin embargo, esto es algo que la propia sociedad, por su intolerancia, morbo y doble moral, ha propiciado.
Es por esta razón que la población gay reclamó e hizo suyo el último vagón del metro, ello como una forma de sentirse más protegida de la discriminación e intolerancia, y libres de cualquier coqueteo o toqueteo, y por lo cual, la propia población gay lo denominó 'la cajita feliz', sin embargo, con el paso de los años, la comunidad gay ha sufrido la discriminación y ofensivas de la sociedad que se suben con o sin niños a sabiendas lo que ocurre adentro, ello con la intención de fastidiar o discriminar a la población gay, porque como ya lo dije, se sienten libres de cualquier caricia. Y por otra parte, los policías hacen lo suyo, porque se suben con un tono amenazante y una mirada criminal como si estuvieran viendo lo peor del mundo, diciéndoles, y cito, "te voy a remitir por hacer mal uso de las instalaciones", con esto justifican su trabajo.
En lo particular, esto no me hiciera ruido si hicieran lo mismo con los ancianos y hombres que se suben al vagón exclusivo para mujeres y la inhibición de delitos en el metro.
De unos veinte años a la fecha que la población gay hizo suyo el último vagón cómo refugio y libertad, y en la última década ha sufrido el abuso de autoridad y la intolerancia de los elementos de la policía auxiliar y la policía bancaria e industrial, que hacen de todo, menos hacer su trabajo que consiste en resguardar la seguridad en las instalaciones del tren, y que lejos de erradicar los delitos tales como el robo de celulares y carteras, y el secuestro de mujeres, les dan poca importancia buscando chivos expiatorios para justificar que trabajan, acosando a la población gay.
Y es que se ha sabido del ascenso del robo de carteras y celulares, incluso la procuraduría aseguró todos los días se denuncian dos robos de celulares, esto aunado a que las cámaras de los trenes no funcionan, algo que por cierto la autoridad admite, y a ello le agregamos la indiferencia y el poco interés que los policías muestran, quienes incluso exhortan a no denunciar, porque dicen y cito, "no te van a hacer caso". Con esta actitud lo único que dejan ver es su complicidad con los delincuentes y verles la cara a la gente.
Por otro lado, conocimos el caso de Jenn Olvera quien denunció en redes sociales que en el transbordo de la estación centro médico vió que cayó algo al suelo y un hombre de 25 ó 30 años se detuvo a decirle, y cito "¿Viste verdad?", en tanto, Olvera aseveró este le enseño un fajo un fajo de billetes envuelto en un rollo ostentoso. En lo que Olvera buscaba a quien se la había caído el fajo de billetes, si a una señora o a un señor que ya había abordado el tren, Olvera contó se le acercó otra mujer que pregunto si conocían a la mujer que venía adelante, ella respondió que no, después el hombre se metió al vagón y le dijó y cito "vámonos", Olvera se rió y saco un celular, cuando hizo esto el hombre se cubrió el rostro.
Olvera se acercó a dos policías que no hicieron más que vocear a la siguiente estación, y decirle que era el modo en que operan bandas en el metro, y las estaciones que más mencionan las carpetas abiertas de desaparecidas son Barranca del Muerto, El Rosario y Universidad.
Sin embargo, este delito no es de ahora, se viene denunciando de años atrás, y a los policías pues pareciera no importarles porque con esas declaraciones es para que ya hubiesen trazado una estrategia para erradicar este delito.
En otro orden de ideas, y ante la recurrencia de la población gay en el último vagón del metro como una forma para erradicar los encuentros homosexuales, el metro optó por cambiar los tres primeros vagones exclusivos para mujeres, por los tres últimos, esto en la línea 1 en el sentido observatorio-pantitlan, así como reducir el número de carros, de 9 a 6 convoyes, esto en ambos sentidos. Lo cierto es que está medida no es nueva, el propio gobierno de la Ciudad de México en tiempos de que el actual canciller Marcelo Ebrard gobernaba cerró al público usuario el último convoy del tren, que más adelante sería reabierto por las críticas. Por supuesto está medida en lo particular me hace ruido, pues se supone estamos en un gobierno que se jacta de ser incluyente y tolerante, pero en la práctica demuestran todo lo contrario.
Raymundo Rivera Lopeztiana cursó la educación basada en normas de competencias en Locución y Conducción de Radio, Tv y cine en el Cecati 108, es comunicador y líder de opinión en Centroamérica y América Latina, director de diversos sitios web y mantuvo alianza con la Agencia del Gobierno de EE. UU para medios globales Broadcasting Board Governors entre 2018 y 2020.
Fuente: guerradeposicionesnoticias.blogspot.com
