ENTRE “PEQUEÑOS PARÁSITOS”, ENAJENADOS PERIODISTAS MILITANTES Y PRAGMATICAS EMPRESAS DE LA INFORMACIÓN SE DEBATE EL PERIODISMO.
Hace ya tiempo que el periodismo fue invadido por un grupo de pequeños parásitos que medran cada día. En cada evento, a que son citados los representantes de medios de comunicación, se hacen presentes y exigen “apoyos” por cobertura informativa. Cada uno, por el simple hecho de acudir al evento se siente merecedor de “un bono” de doscientos a trecientos pesos.
Otros más que ofrecen publicar información a modo del convocante, en publicaciones plagadas de publicidad y publirreportajes, también se hacen presentes.
Este tipo de “parásitos” carecen de línea editorial y carecen de interés por llegar a un universo real y plural al cual informar: Son mercenarios, sicarios de la pluma, la lente o el micrófono que por supuesto que actúan bajo consigna de ensalzar, de no criticar o en el mejor de los casos, hacer de la vista gorda sobre las tropelías de algún personaje, dependencia, partido, gobernante o entidad, bajo el dogma de “hay que cuidar al cliente”.
A la par de quienes juegan el cómodo papel de parásitos del periodismo, existen los “periodistas militantes” que de manera oficial, u oficiosa, juegan el papel de promotores que buscan fortalecer un bastión ideológico, económico o político.
Es importante mencionar que más allá del “microcosmos” aquí descrito, existe el macrocosmos de las empresas de la información, cuyos dueños justifican el actuar conforme a una serie de dogmas empresariales, y van de encuentros a desencuentros, pero que siempre encuentran un punto medio que les permite, a protagonistas y antagonistas, un centro de cómodo y pragmático reencuentro.
Quienes rechazan la cómoda posición de enrolarse en la caterva de los “parásitos” y se niegan a participar de las mieles del “mecenazgo” que premia al periodismo militante, y que solo buscan ser el vínculo entre el hecho y la sociedad, para cuestionar, contar y mostrar lo que ocurre en la realidad son vistos como personajes incomodos, ya que el verdadero periodismo es un contrapeso al poder.