Cuando nacemos, llegamos a este mundo a encontrarnos con una sociedad a la que tendremos que adaptarnos si queremos "funcionar" y formar parte de este sistema. La opción parece ser una sola: adaptarse para sobrevivir. Pero, también sabemos, no somos todos iguales. Y no todas las personas pueden adaptarse como "manda" el sistema.
Aunque parezca un poco filosófica la introducción, hay (muchas) familias que viven estas situaciones en carne propia y luchan día tras día para que sus hijos con alguna de las tantas formas del espectro autista puedan "adaptarse" a esta sociedad. Y también luchan contra las barreras que el sistema les impone a diario: escuelas que no quieren a esos chicos dentro de sus aulas, personas que miran con cara de horror o incluso hacen comentarios sobre ese nene que grita y patalea en un lugar público, horas y horas de trámites para conseguir que obras sociales, prepagas u organismos públicos cubran sus tratamientos. O hasta profesionales que dicen "hay que tenerle paciencia, ya va a hablar".
El autismo no es una enfermedad. Es una condición. El espectro autista abarca desde trastornos en el lenguaje a casos graves, que suelen ser los que alguna vez vimos reflejados en el cine. Pero entre un extremo y el otro hay un universo de dificultades, que si bien son tratables, el denominador común es que son "antisistema".
Con motivo del mes de concientización sobre el autismo, que se conmemora en el mes de abril, que ya está finalizando, Cecilia Acevedo, una rosarina de 33 años, comenzó a plasmar en viñetas lo que vive cada día con Víctor, su hijo de 4 años, con autismo. Y los va publicando en Facebook en la página Ceci Dibuja. "Los dibujos surgieron por una necesidad mía. Cada vez que digo que Víctor tiene autismo, la mayoría lo escuchó de una película y nada más. Y cuando lo ven me dicen 'pero es un chico normal' o 'no se le nota'. Después lo tratan y tal vez sí notan alguna cosa diferente. Y ahí empezás a explicarle. ¿Qué significa?: que algunas cosas son más complicadas", resume Ceci en diálogo con Clarín.
"No hay que tener miedo a tratar con chicos especiales. Ellos tienen otro ritmo. No se va a romper (un juguete) porque respondas de una manera diferente. El tiene otra manera de ver el mundo", dice Cecilia.
"Yo no hago todo esto porque quiero que él hable o porque quiero cambiarlo. Yo noto que él tiene la necesidad de comunicarse. El quiere hacer cosas. Yo soy un medio, una herramienta para lo que él quiera hacer", reflexiona Cecilia y agrega: "A mí me toca mejorar el mundo. Me toca tratar de enseñarle a la gente a que no le tenga miedo, mejorar algunas cosas que no funcionan para que él no se sienta tan raro. Él solo no puede con eso, para eso estoy yo acá para ayudarlo. Ayudarlo a él a entender el mundo y tratar de que el mundo sea un poco menos agresivo".
Fuente: www.clarin.com
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