Cuando uno va por las plazas de mercado de barrio, de las periferias de los grandes centros urbanos —especialmente por aquí— ; por los arrabales, por los mercados por las zonas de los pomeros…,; encuentra las comúnmente definidas como “MARCHANTAS”, porque cuando uno va observando los frutos frescos para echar a la olla en el día, ofrecen sus productos diciendo: “¡qué vá llevar la/(el) marchantica! Tenemos cebollas, ajos, zanahorias/(carrots), nabos…” ; para la vendedora (por aquí por lo menos) todo comprador que desfila por los pabellones es UN “MARCHANTE”: 1) mercante o 2) marchante (el que marcha o pasa observando las mercancías.
La palabra en cuestión. Marchante. Proviene del latín clásico “MERX”, COMERCIAR, pero en el argot popular es la forma en que la vendedora clásica de las plazas de mercado llama la atención de las potenciales compradoras; sus productos, al ser frescos (PERECEDEROS), tienen que venderse en el lapso del día de comercio, si no se pierden, por eso vocean a voz en cuello buscando ventas / compradores.
“A ver marchantica. ¿Qué vá llevar, sumercé?”
Bien. Ahora vamos a lo que vamos.
Cuando solicitamos una información todo depende de con quién hablamos, uno no le puede pedir a un lego que le de datos sobre la naturaleza de un elemento físico determinado, si aquella persona tiene unos niveles de roce nunca pisados por ella; aunque se trate de un profesional en determinada rama; si NO son los que le competen. Un profesional es un profesional en su área; Ud. no le vá pedir a un médico cirujano que le diga cuánto y por qué un dólar está valiendo lo que vale, ¿No?
Todo esto lo tr4aemos a colación, porque “por estos días” hay mucha gente, fina y no, questá haciendo preguntas… sombre algunos tópicos, y Ud. no vá ir a Cafarnaúm si al que le pregunta sólo es versado para informar sobre por qué la montaña no viene a Ud. ¿No?