Le compró un anillo de compromiso de 100 mil dólares; las cosas se salieron de control

 
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En la era de la casa de los espejos en las redes sociales, las fotos de compromiso con luz tenue y los registros de bodas que viven para siempre en internet, un compromiso fallido es una experiencia especialmente dolorosa y humillante. Incluso si se ve venir, duele; incluso si nadie lo sabe, o si quienes lo saben son amables y no hacen preguntas, sientes el temor ante la posibilidad de dar explicaciones. Una de las pocas maneras en que la situación puede empeorar es si ambas partes se ven obligadas a litigar los detalles de la ruptura ante una Corte federal. Ésa es la desgarradora historia de Ryan Strasser, un abogado de Virginia, y Sarah Jones Dickens, una doctora en Historia del Arte

Le compró un anillo de compromiso de 100 mil dólares; las cosas se salieron de control

De acuerdo con la denuncia de Strasser, él le compró a Dickens un anillo de compromiso de cuatro quilates hace alrededor de 18 meses valuado en más de 100 mil dólares y, a pesar de la disolución de sus planes de casarse, ella no lo quiere a devolver

Más o menos un mes después de que empezaron a salir, dice Strasser, ella se mudó a su departamento en Washington D.C. por tres semanas, debido a que un accidente automovilístico le impidió regresar a su casa en Carolina del Norte. (Este tipo de detalles son positivos para la boda si la relación va bien, pero se vuelven una locura si no es así). Cuando el departamento de un dormitorio resultó demasiado pequeño para ellos y sus tres perros, en julio de 2016 se mudaron a una casa de cinco dormitorios en un vecindario de lujo, en donde él asumió la responsabilidad exclusiva de pagar el alquiler de 4 mil 800 dólares mensuales y todos los gastos de manutención

Además, “Pocos meses después” de aceptar no salir con otras personas, él afirma que ella le dio un ultimátum de un año para proponerle matrimonio—lo que ocurrió cuando ella se mudó—. (Los ultimátums nunca son buenos.) Trascribimos parte de la demanda, que Law.com ha publicado en su totalidad:

Aparentemente, Dickens tenía requisitos muy específicos sobre los criterios de clasificación de diamantes, y el anillo que eventualmente eligieron juntos, con 14 diamantes en total, tenía un precio de 119 mil dólares, aunque Strasser pudo conseguir un pequeño descuento. Para sufragar el costo, pidió un préstamo personal, para el que comenzó a hacer pagos mensuales de 912.71 dólares en febrero de 2017. Y deberá seguir haciéndolo hasta el día de Año Nuevo de 2020.

Más tarde, ese mismo mes, le pidió matrimonio a Dickens, un momento que ahora describe con un lenguaje legal extrañamente estéril, por razones que pronto serán obvias.

Para Navidad, “la relación de las Partes se deterioró”, dice Strasser, lo que resume al menos 10 páginas de información en un eufemismo. Y mientras realizaban la difícil tarea de desenredar sus entrelazadas vidas, una cosa se mantuvo constante: Dickens no devolvería el anillo.

Al principio, dijo que lo conservaría hasta que terminara su tesis y se mudara. Después, cuando él aceptó estos términos, ella aseguró que “le pertenecía a ella” y que “nunca lo devolvería”, y que “el trato estaba terminado”. Se negó a irse de la casa y le advirtió que no debía llevarse nada más que una bolsa de ropa cuando se fuera.

Varios meses después, él regresó a la casa para descubrir que ella la había abandonado en algún momento, y que había apagado el refrigerador, haciendo que la carne se echara a perder en el interior. Además, había cubierto las paredes con “escritos furiosos” usando “pluma y rotulador permanentes”.

El costo de las reparaciones excedió la cantidad de su depósito de seguridad, pero los propietarios le devolvieron mil dólares “como agradecimiento por ser un buen inquilino”, ya que estaban al tanto de la complicada situación y porque aparentemente son los caseros más amables del mundo.

Sin embargo, aún faltan diversos aparatos electrónicos, piezas de basquetbol que Duke coleccionó desde hace décadas y, por supuesto, el anillo de 100 mil dólares, que a Strasser le sigue costando mil dólares al mes, y que ahora intenta recuperar en los tribunales. Su argumento legal es que fue un regalo condicionado, un concepto que se encuentra en una extraña intersección entre un contrato y la ley de propiedad.

Basándose en casos en D.C. y Maryland, él dice que le ofreció el anillo a Dickens asumiendo que un futuro evento —su matrimonio— tendría lugar. Dado que cualquier esperanza de que esto ocurra se convirtió en, digamos, “un refrigerador lleno de carne descompuesta”, él tiene derecho a recuperarlo.

Legalmente hablando, probablemente tenga razón, aunque no sabemos si su demanda omite hechos que puedan afectar la aplicación de la regla general a este caso. De cualquier modo, hay importantes lecciones que aprender aquí: Primero, si compras un anillo, compra uno que puedas pagar sin adquirir una deuda de cinco cifras. Segundo, si alguien con quien llevas saliendo dos meses quiere vivir contigo porque su coche se descompuso, considera la posibilidad de comprarle un boleto de tren.

Este artículo se publicó originalmente en GQ US.

Escrito por: Jay Willis

Fuente: www.gq.com.mx
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