Para no olvidar

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Para no olvidar

 Para no olvidar

“Nuestros héroes de Corea”

Por: Capitán (ra) César Castaño *


"Hoy, 14 de mayo, 5 de la tarde, hora de frente en Corea, te hago la siguiente confesión: cuando recibas esta carta, Dios no lo quiera así, yo ya estaré muerto. Si vivo, sobre mi pecho colgarán la insignia del honor y del veterano de guerra... mis últimas palabras son, ni siquiera para mi madre, porque tú sabes, acabaría con ella, sino para tí - mi bella colombiana distante - para ti que fuiste la novia de toda mi vida. No me olvides nunca porque yo me llevaré tu cariño hasta el cielo".

Lo anterior no es un fragmento de una novela colombiana es un mensaje de amor que desde Corea, llegó muy tarde a su propio destino. Es la breve y profunda carta que el Teniente Vladimir Valek Moure, desde Sang-Yan-Ni, envió a su amada Mary en Bogotá, con el hondo presentimiento de una muerte inexorable en tierras lejanas.

Esta misiva, rescatada del olvido en mayo de 1972 por un periodista de El Tiempo, es uno de tantos testimonios que fueron quedando en el anonimato y que hacen parte de una historia escrita con heroísmo, sangre y fuego en la lucha por la libertad.

Corría el año de 1950, en el amanecer del 25 de junio, divisiones de infantería de Corea del Norte, apoyadas por tanques, artillería y aviación, cruzaron por diferentes lugares el paralelo 38 atacando, con pretextos basados en la mentira a Corea del Sur.

Frente a este cruento y desmedido ataque, Colombia atendió la solicitud - con carácter de urgencia - que hiciera el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas a los países miembros, en procura de repeler la agresión de que había sido objeto la República de Corea disponiendo el envío, inicialmente, de unidades de la Armada Nacional.

Roberto Urdaneta ministro de Guerra del saliente Presidente Mariano Ospina Pérez, el 28 de Julio de 1950 ofreció el aporte de una Fragata de la Armada de Colombia, la “Almirante Padilla”, para unirse a las fuerzas de las Naciones Unidas en la Península Coreana.

Durante el desarrollo de la Guerra de Corea nuestra Armada Nacional participó con tres Fragatas “Almirante Padilla” – “Capitán Tono” y “Almirante Brión” con repetición de las dos primeras y una Tripulación de 925 Marinos Colombianos, participando en forma constante durante el conflicto una Unidad Naval en el teatro de operaciones.

Pocos días después, por gracia de un nuevo llamado de la ONU, se puso a disposición un Batallón de Infantería del Ejército regular, integrado por cerca de 1.060 hombres entre oficiales, suboficiales y soldados, quienes habían desarrollado un entrenamiento especial. Posteriormente, en sucesivos contingentes, fueron enviados tres mil hombres más.

Ese Batallón de Infantería Colombia No.1 desde el inicio, enfrentó el rigor y la dureza de una guerra lejos de la patria. Hombres del trópico debieron soportar la nieve en uno de los más duros inviernos que cayeron sobre la península. Allí sobre esos gélidos campos cayeron las primeras gotas de sangre, y en sus trincheras abiertas se apagaron las primeras vidas colombianas.
Nuestros nacionales desplegaron tan incomparable coraje y destreza, que se distinguieron superando a otras unidades. Esa extraordinaria efectividad sumada al temple demostrado durante sucesivos combates, los honra y está a la altura de la más noble tradición militar.

De la lucha de los nuestros en Corea, han dado cuenta respetados autores que fueron protagonistas de excepción. Entre otras obras, se cuentan las siguientes: Banzay, diario en las trincheras coreanas del Señor Coronel (ra) Francisco Caicedo Montúa. ¡Por la libertad…en tierra extraña!: crónicas y reminiscencias de la Guerra de Corea, del señor Brigadier General (ra) Gabriel Puyana García (+). Enseñanzas militares de la campaña de Corea, del señor General (ra) Alberto Ruiz Novoa (+). Y Colombia en la Guerra de Corea, escrita por ese guerrero de la pluma y la espada el señor General (ra) Álvaro Valencia Tovar (+).

Hoy, al conmemorar un nuevo aniversario de la firma del “Armisticio de Panmunjong el 27 de Julio de 1953, rendimos un sencillo pero significativo homenaje a esos hombres que lejos de su patria y en defensa de la libertad, ofrecieron lo mejor de sí.

Ese sacrificio el pueblo coreano lo llevará por siempre en su corazón, sellando eternamente los lazos de amistad de dos pueblos que, pese a la distancia, comparten una historia... la de aquellos guerreros que desde otra latitud, otras costumbres y otra bandera, fueron a luchar por una patria y una causa, que hicieron suya.

* Miembro Academia Colombiana de Historia Militar - Miembro ACORE Quindío
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