Estudio demuestra que gritar a los niños daña su personalidad y seguridad

 
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Según un estudio de la Escuela Simmons de Trabajo Social de Boston (EE UU), gritar a los niños daña su personalidad y seguridad, y puede producir problemas en su salud mental, depresión y abuso de alcohol durante la adolescencia.

Estudio demuestra que gritar a los niños daña su personalidad y seguridad

A tu hijo, oírte gritar le perturba. Si convertimos estas reacciones en algo habitual, él asociará el cumplimiento de las normas con el miedo. Con otro riesgo asociado: se asustará tanto de nuestras salidas de tono que acabará separándose y nos verá como una persona autoritaria, distante y lejana.

Pero esto no es todo. Cuando no nos controlamos, el mensaje pierde efectividad. El niño no nos ve como una figura de autoridad; al contrario. Los niños tienen mucha capacidad de observación y se dan cuenta de que estas reacciones se deben más a problemas de los adultos que a su propio comportamiento.

Por eso, a continuación te presentamos unas sencillas técnicas de laguiadelniño.com para liberar el estrés y no gritarle a tus hijos.

Técnicas para controlar tus nervios

El psicólogo Angel Peralbo plantea la necesidad de que el adulto aprenda a controlar sus emociones con el objetivo de que estos episodios de ira se vuelvan muy infrecuentes. Estas son algunas técnicas que señala:

• Técnica del 5x5. Elige cinco momentos de la jornada, dos o tres por la mañana y dos o tres por la tarde, para cortar con tu actividad habitual y hacer algo que te relaje. Escucha una canción, hojea un libro, lee un artículo del periódico, come algo o charla con tus compañeros de algún tema que no tenga que ver con la oficina. No volverás a la rutina hasta cinco minutos después, periodo en el que sólo debes pensar en desestresarte y no en todo lo que te queda por hacer cuando pase ese tiempo.

• El termómetro de la ansiedad. Se trata de establecer una regla de 0 a 10, donde 0 sería el estado de máxima relajación y 10 el de ansiedad total. Averigua a qué nivel de estrés estás y llegando a un nivel demasiado alto, haz algo relajante para bajar la tensión.

• La respiración diafragmática. Coloca una de tus manos sobre el músculo diafragmático debajo del esternón; toma aire por la nariz de tal forma que la mano salga hacia afuera, llenando el abdomen. Expulsa el aire por la boca hasta que el abdomen se vacíe por completo. La respiración se hace en tres tiempos: inspirar, retener el aire unos cuatro segundos y espirar. Ponla en marcha cuando no estés muy alterada, pues así es más efectiva, y repite el gesto unas 10 o 15 veces.

• Relajación muscular. Aprende a tensar y destensar los principales grupos musculares para saber qué se siente si el músculo está en tensión y si está relajado; de esta forma, identificarás cuándo tu cuerpo está a punto de perder los nervios.

Comienza por las manos, apretando los puños unos cinco segundos y repitiendo el gesto 10 veces; continúa por la parte anterior de los brazos, flexionando hacia el cuerpo y hacia arriba y volviendo con rapidez a la posición inicial; para la parte posterior de los brazos, estíralos hacia el frente unos segundos, aprieta los puños y vuelve a bajarlos, y para los hombros, súbelos y bájalos con movimientos rápidos. Trabaja después la cara y las piernas y repite el proceso dos veces al día las primeras dos semanas. Después, será suficiente con hacerlos una vez al día.

¿Cómo disciplinar a los niños sin gritar?

Gritar como estrategia de disciplina es una de las formas más rápidas de empeorar los problemas de comportamiento de los niños. Además, gritar se termina convirtiendo en un mal hábito que dificulta el diálogo y la convivencia, porque se convierte en la forma de reacción estándar ante toda situación que cree frustración.

Tal vez consigas llamar la atención de tus hijos a gritos, puede que incluso consigas algo de ellos en ese momento. Pero en realidad solo estás dando lugar a que los problemas de comportamiento aumenten. Esto se debe, entre otros motivos, a que estás enseñando a tus hijos que la manera de gestionar los conflictos y de manejar la frustración es a través de los gritos y la violencia verbal.

Establecer reglas claras

Si estableces reglas claras en cuanto a lo que esperas de tus hijos será menos probable que tengas que recurrir a los gritos. Si los niños tienen problemas para recordar las reglas del hogar es buena idea tener una lista escrita de esas reglas en un lugar bien visible. Esto también servirá de recordatorio para los adultos.

Esta lista escrita recuerda a los niños lo que se espera de ellos. También sirve como un buen recordatorio para los padres acerca de qué comportamientos deben ser abordados. Revisa la lista según cuando sea necesario para adaptarla a las nuevas necesidades. Si los niños son pequeños y no saben leer, utiliza dibujos e iconos.

Explicar las consecuencias negativas antes

Debes explicar las consecuencias negativas por romper las reglas a su hijo antes de tiempo para que quede claro cómo vas a hacer cumplir las normas. Estas consecuencias pueden ser la utilización del tiempo de espera, quitarle privilegios o usar consecuencias lógicas para ayudar al niño a aprender de sus errores.

En base a esto, crea un plan para manejar el mal comportamiento con estrategias cuyas consecuencias es probable que sean más eficaces. Utiliza estas estrategias cuando estés tentada de levantar la voz. Recuerda que si quieres que esto funcione debes aplicar las medidas disciplinarias desde el primer momento. Si no, no servirá de nada todo esto.

Proporcionar refuerzo positivo

Motiva a su hijo a seguir las reglas mediante el refuerzo positivo. Si hay consecuencias negativas por romper las reglas, debería haber también consecuencias positivas por cumplir con ellas. Alaba a tu hijo cuando se porte bien y haga lo que se espera de él. Esto puede ayudar a prevenir problemas de comportamiento.

Además, debes prestarle a tu hijo mucha atención positiva para reducir los comportamientos negativos cuyo objetivo son la búsqueda de atención. Si tu hijo tiene dificultades con determinados problemas de comportamiento crea un sistema de recompensa.

Examinar las razones por la que gritas

Si te encuentras gritando a tus hijos con demasiada frecuencia deberías analizar por qué. Muchos padres descargan su estrés y su frustración con sus hijos, aunque ellos no tengan toda o ninguna culpa. Otras veces simplemente los gritos se han convertido en un hábito y son más un desahogo o, simplemente, se entra en una rutina tóxica.

Aprende estrategias para calmar tus emociones y manejar la ira de manera sana. Esto será también servirá de modelo para tu hijo, para que aprenda también a controlar sus impulsos.

Si está gritando porque sientes que tu hijo no está escuchando, prueba nuevas estrategias para llamar la atención de tu hijo. Asegúrate de que le estás dando instrucciones efectivas en vez de de seguir repitiéndote a ti misma que tu hijo no escucha.

Advertir antes de tomar medidas

En lugar de gritarle envía a tu hijo una advertencia cuando él no escucha. Recuérdale lo que pasará si no atiende o no hace lo que le corresponde. Si gritas lo que haces es establecer una lucha de poder de la que no saldrá nada positivo.

Cuanto más se le grita a un niño más probable es que se ponga desafiante. Sin embargo, proporcionando una advertencia de lo que va a cumplir muestras a tu hijo que vas en serio. Una vez más hay que recordar que hay que cumplir con esas advertencias si el niño no cumple.

Fuente: www.guiadelnino.com
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