El aislamiento social causa de muchas enfermedades

 
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El aislamiento social se está convirtiendo en una epidemia: cada vez se reconocen más sus nefastas consecuencias a nivel físico, mental y emocional. La soledad puede acelerar el declive cognitivo en los adultos mayores, y las personas aisladas tienen el doble de probabilidades de morir prematuramente que aquellos con interacciones sociales más sólidas.

El aislamiento social causa de muchas enfermedades

Es probable que las personas con problemas de salud (en especial aquellos con trastornos como ansiedad y depresión) se sientan solos. Las personas con menos conexiones sociales presentan patrones de sueño discontinuos, alteraciones del sistema inmunitario, más inflamación y niveles más altos de las hormonas relacionadas con el estrés. En suma, la soledad es un factor de riesgo de muerte prematura tan importante como la obesidad y el tabaquismo.


Por Dhruv Khullar ,En: nytimes.com, 28 de diciembre de 2016

Mi paciente y yo sabíamos que él se estaba muriendo.

No era el tipo de agonía que se prolonga durante meses o años. Moriría hoy, tal vez mañana. Si no mañana, entonces pasado mañana. ¿Quería que me comunicara con alguien? ¿Había alguien a quien quisiera ver?

Nadie, me dijo. No tenía familia inmediata. Tampoco amigos cercanos. Quizá tenía una sobrina en el sur, pero no habían hablado en años.

Para mí, la tristeza de su muerte solo era superada por lo triste de su soledad. Me pregunté si su soledad era una de las causas de su muerte prematura y no únicamente una circunstancia desafortunada.

Todos los días soy testigo de variaciones del principio y el final de la vida: un joven a quien abandonan sus amigos mientras lucha contra su adicción a los opioides; una viejita que sobrevive con té, pan tostado y vive en medio de la suciedad, pues ya no es capaz de limpiar su abarrotado apartamento. En esos momentos, parece que lo único peor que padecer una enfermedad grave es hacerlo en soledad.

El aislamiento social se está convirtiendo en una epidemia: cada vez se reconocen más sus nefastas consecuencias a nivel físico, mental y emocional. Desde los años ochenta, el porcentaje de estadounidenses adultos que dicen estar solos se ha duplicado de 20 a 40 por ciento.

Hoy, cerca de un tercio de los estadounidenses mayores de 65 años viven solos, así como la mitad de aquellos mayores de 85. Es más probable que las personas con problemas de salud (en especial aquellos con trastornos como ansiedad y depresión) se sientan solos. Es menos probable que quienes carecen de estudios universitarios cuenten con alguien para hablar de asuntos personales importantes.

Varias investigaciones nuevas sugieren que estar socialmente aislados es malo para nosotros. Las personas con menos conexiones sociales presentan patrones de sueño discontinuos, alteraciones del sistema inmunitario, más inflamación y niveles más altos de las hormonas relacionadas con el estrés. Un estudio reciente reveló que el aislamiento aumenta el riesgo de cardiopatías en un 29 por ciento y de infarto en un 32 por ciento.

En otro análisis que agrupó datos de 70 estudios y 3,4 millones de personas, se halló que las personas socialmente aisladas tenían un riesgo mayor —un 30 por ciento más— de morir en los siguientes siete años, y que este efecto aumentaba en aquellos de mediana edad.

La soledad puede acelerar el declive cognitivo en los adultos mayores, y las personas aisladas tienen el doble de probabilidades de morir prematuramente que aquellos con interacciones sociales más sólidas.

Estos efectos comienzan a una edad temprana: los niños socialmente aislados tienen una salud significativamente peor 20 años más tarde, incluso después de haber controlado otros factores. En suma, la soledad es un factor de riesgo de muerte prematura tan importante como la obesidad y el tabaquismo.

La evidencia del aislamiento social es clara. Qué hacer al respecto no lo es tanto.

La soledad es un problema en especial engañoso porque aceptar y hablar de nuestra soledad conlleva una profunda estigmatización. Admitir que estamos solos puede sentirse como aceptar que hemos fallado en los terrenos fundamentales de la vida: la pertenencia, el amor, el apego. Va en contra del instinto básico de mantener nuestra reputación, y hace que pedir ayuda sea difícil.

Veo esto muy claramente en la época de las fiestas, cuando atiendo a pacientes hospitalizados, algunos conectados a mangueras intravenosas en cuartos estériles, sin amigos ni familiares, y su soledad amplificada por alegres películas navideñas que pueden verse en las televisiones montadas en las paredes. Además, hospitalizada o no, mucha gente dice sentirse más sola, más deprimida y menos satisfecha con su vida durante la temporada de fiestas de diciembre.

Las nuevas investigaciones sugieren que la soledad no es necesariamente el resultado de falta de habilidades sociales o de apoyo social, sino que puede ser causada en parte por una sensibilidad particular respecto de las señales sociales. Las personas solitarias son más propensas a percibir las señales sociales ambiguas de manera negativa, y entran a un estado mental de autoconservación que empeora el problema. Así, la soledad puede ser contagiosa: cuando una persona se vuelve solitaria, se aleja de su círculo social y provoca que otros hagan lo mismo.

John Cacioppo, profesor de psicología en la Universidad de Chicago, ha probado distintos enfoques para tratar la soledad. Su trabajo revela que las intervenciones más eficaces se enfocan en abordar la “cognición de la inadaptación social”; esto es, en ayudar a las personas a revisar cómo interactúan con los otros y cómo perciben las señales sociales. Está trabajando con el ejército de Estados Unidos para indagar la manera en que la capacitación en cognición social puede ayudar a los soldados a sentirse menos aislados mientras están en misión y después de regresar a casa.

La soledad de los adultos mayores tiene otros orígenes, a menudo derivados de que los miembros de la familia se mudan lejos y los amigos cercanos mueren. Como dijo un anciano: “Tu mundo muere antes que tú”.

Idealmente, según los expertos, los vecindarios y las comunidades deberían cuidar a esos adultos mayores y tomar medidas para reducir su aislamiento social. Asegurarse de que cuentan con fácil acceso al transporte a través de pases de descuento para autobuses o servicios especiales de transporte puede ayudarlos a mantenerse socialmente conectados.

Se debería animar a la gente mayor muy religiosa a continuar asistiendo de manera regular a los servicios, pues podría beneficiarse de un sentido de espiritualidad y comunidad, así como de la mirada vigilante de otros feligreses. Quienes sean capaces de cuidar a un animal podrían disfrutar de la compañía de una mascota. Los seres queridos que vivan lejos de un padre o abuelo podrían pedir a un vecino que vaya a visitarlo regularmente.

También están surgiendo programas más estructurados. Paul Tang, de la Fundación Médica de Palo Alto, comenzó un programa llamado linkAges, un servicio intergeneracional de intercambio de servicios inspirado en la idea de que todos tenemos algo que ofrecer.

El programa permite que sus miembros publiquen en línea para qué quieren ayuda: lecciones de guitarra, un compañero de Scrabble, que los lleven al consultorio del doctor. Otros pueden ofrecer voluntariamente su tiempo y habilidades para satisfacer esas necesidades y “reservar” horas para cuando ellos necesiten algo.

“En Estados Unidos casi necesitas una excusa para tocar la puerta del vecino”, me dijo Tang. “Queremos eliminar esas barreras”.

Por ejemplo, una estudiante universitaria podría ver un post de un anciano que necesita ayuda con su jardín. Lo ayuda a plantar una fila de flores y “reserva” dos horas al hacerlo. Unos meses después, cuando ella quiere cocinar comida malaya para su novio, un chef retirado viene a darle lecciones de cocina.

“No necesitas un compañero de juegos a diario”, dice Tang. “Pero saber que eres un miembro de la sociedad valorado y cooperativo te reafirma increíblemente”.

Ahora el programa tiene cientos de miembros en California y hay planes para expandirlo a otras zonas del país.

“Quienes pertenecemos a la comunidad médica debemos preguntarnos: ¿Estamos controlando la presión arterial o mejorando la salud y el bienestar?”, señaló Tang. “Creo que para hacer lo primero tienes que hacer lo último”.

Una gran paradoja de nuestra era digital interconectada es que, al parecer, nos estamos alejando. Sin embargo, las investigaciones confirman nuestra más profunda intuición: la conexión humana está en el centro del bienestar humano. Depende de todos nosotros (médicos, pacientes, vecinos y comunidad) mantener los vínculos ahí donde se están desdibujando, y crear nuevos donde nunca han existido.

Publicado en:

http://www.nytimes.com/es/2016/12/28/el-aislamiento-social-nos-esta-matando/?smid=fb-espanol&smtyp=pay&smvar=timespt


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La soledad y el aislamiento social aumentan el riesgo de enfermedad cardiovascular

Un estudio alerta que la soledad y el aislamiento social conllevan un incremento del 30% en el riesgo de ictus y cardiopatía isquémica.

Por M. López - @abc_salud Madrid, 19 de abril de 2016 17:18h, en: abc.es

Las enfermedades cardiovasculares constituyen la primera causa de mortalidad en todo el planeta. De hecho, solo en 2012 fueron responsables de cerca de 17,5 millones de decesos en todo el mundo. Una cifra que, según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), representa casi una tercera parte –más exactamente, un 31%– de todos los fallecimientos acaecidos ese año a nivel global.

Y en este contexto, deben destacarse sobre todo el ictus y la cardiopatía isquémica, primeras causas de enfermedad y muerte en el mundo occidental. Y de la misma manera, el papel que juegan la soledad y el aislamiento social. No en vano, un nuevo estudio dirigido por investigadores de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de York en Heslington (Reino Unido) alerta que la soledad y el aislamiento social incrementan en hasta un 30% el riesgo de padecer una cardiopatía isquémica o un ictus.

Como explica Nicole K. Valtorta, directora de esta investigación publicada en la revista «Heart», «nuestros resultados sugieren que las deficiencias en las relaciones sociales se asocian con un incremento del riesgo de desarrollo de la cardiopatía isquémica y el ictus. Así, combatir la soledad y el aislamiento social puede tener un papel muy importante en la prevención de dos de las principales causas de morbilidad en los países ricos».

Soledad poco ‘cardiosaludable’

Distintos estudios han demostrado que la soledad se asocia con unas mayores cifras de presión arterial, con alteraciones del sistema inmune y con un mayor riesgo de muerte prematura. Unos estudios, sin embargo, en los que no se había evaluado la relación de la soledad con el ictus y la cardiopatía isquémica, razón por la que los autores analizaron los datos de todas aquellas investigaciones publicadas al respecto hasta el pasado mes de mayo.

Concretamente, la nueva revisión –o ‘metanálisis’– contempló el análisis de los resultados de un total de 23 estudios llevados a cabo con la participación de más de 181.000 adultos entre los que se registraron 3.002 accidentes cerebrovasculares o ictus y 4.628 eventos asociados a la cardiopatía isquémica –entre otros, infartos de miocardio, anginas de pecho y episodios de muerte súbita.

Los resultados mostraron que el aislamiento social y la soledad se asocian con un aumento de un 29% del riesgo de padecer un infarto o una angina de pecho, incremento que en el caso del ictus se establece en el 32%. Por tanto, como recuerdan los autores, «la magnitud del efecto de la soledad y el aislamiento social es comparable al de otros factores de riesgo psicosocial ya reconocidos, caso de la ansiedad o del estrés laboral».

Combatir el aislamiento

Entonces, ¿puede concluirse que la soledad y el aislamiento social aumentan, y mucho, el riesgo de enfermedad y mortalidad cardiovascular? Pues según los propios investigadores, no, dado que «en nuestro es un estudio observacional, por lo que no se pueden extraer unas conclusiones firmes del tipo ‘causa y efecto’».

Sea como fuere, concluyen los investigadores, «nuestros hallazgos respaldan las preocupaciones en materia de salud pública sobre la importancia del contacto social para la salud y el bienestar de la población».

Tal es así que, como refieren Julianne Holt-Lunstad y Timothy Smith, de la Universidad Brigham Young en Provo (EE.UU.), en un editorial en el mismo número de la revista, «de manera similar al fuerte posicionamiento adoptado por los cardiólogos y otros profesionales sanitarios sobre otros factores de riesgo cardiovascular, caso entre otros del tabaquismo o de las dietas ricas en grasas saturadas, debe prestarse una mayor atención a las conexiones sociales tanto en la investigación como en las políticas de salud pública».

Publicado en:

http://www.abc.es/salud/enfermedades/abci-soledad-y-aislamiento-social-aumentan-riesgo-enfermedad-cardiovascular-201604191718_noticia.html


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(3)

Consecuencias del aislamiento social en niños

By Ulises Tomas, 17 de marzo de 2014, en: http://elpsicoasesor.com/

El aislamiento social, es una de las características que sufren aquellos niños y adolescentes víctimas de abuso, maltrato infantil, acoso escolar y/o cualquier otro tipo de violencia.

Hace un tiempo fue publicado en la revista Neurobiology of learning and memory que el aislamiento social provoca de alguna manera la reducción del volumen del hipocampo que es una región fundamental para los procesos enseñanza-aprendizaje y la memoria del niño.

Las investigaciones fueron realizadas en laboratorios en donde se realizó una prueba en ratones de laboratorio exponiéndolos a “aislamiento social” y los resultados mostraron que se reducen los volúmenes del hipocampo. Los investigadores de la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia) y la Universidad de Murcia presentaron los resultados de la investigación en la revista menciona en el párrafo anterior.

Para poder llegar a estos resultados los investigadores emplearon doce ejemplares de hembra entre 39-44 meses de degús que es un tipo de roedor que tiene comportamiento muy social.

En los resultados la mitad de los degús fueron separados del grupo mientras que las otras seis no tuvieron contacto físico entre ellas durante un período de seis meses y medio. A cada roedor se le realizaron pruebas de aprendizaje y luego de fallecer se estudiaron sus cerebros morfológica y bioquímicamente.

Este análisis mostró que el aislamiento social causó una disminución del volumen del hipocampo y en esta región un descenso en la molécula PSA-NCAM. “La molécula NCAM facilita la formación y estabilidad de los contactos entre neuronas, este proceso es mejor conocido como “sinapsis” ya que modula la actividad neuronal según César Venero del departamento Psicobiología de la UNED y autor principal del trabajo.

Consecuencias del aislamiento social en la escuela

Aplicando la investigación anterior al contexto escolar se puede decir que la soledad impuesta afecta de manera negativa a la salud física y psicológica del niño a tal punto de afectar los procesos de enseñanza y aprendizaje.

Claro, no es tratar de generalizar pero en gran medida el estudio de los ratones pueden dar una pauta de lo que serían las conductas del ser humano. Por lo tanto, la conducta del niño puede ser afectada en gran medida por causa del aislamiento social.

Las categorías que puede afectar la variable llamada “aislamiento social” son amplias así que a continuación solo describiré algunas de ellas:

• Problemas de aprendizaje
• Bajo rendimiento escolar
• Baja estima de sí mismo
• Pobre auto concepto de sí mismo
• Falta de comunicación entre padres-hijos
• Inhibición social
• Timidez
• Agresividad
• Lacerarse así mismo

De manera que las consecuencias del aislamiento social pueden ser múltiples y cada categoría dentro de la variable expuesta anteriormente tienen subcategorías dentro de sí que amplían las consecuencias que el niño con aislamiento social sufre.

Publicado en:

http://elpsicoasesor.com/consecuencias-del-aislamiento-social-en-ninos/


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(4)

Investigadores europeos buscarán las causas biológicas que provocan el aislamiento social

Salud Mental AdamedTV, 16 de abril de 2016

Una iniciativa con financiación europea buscará las causas biológicas que subyacen al aislamiento social, que es un síntoma temprano común de esquizofrenia, enfermedad de Alzheimer y depresión mayor.

El proyecto PRISM (Psychiatric Ratings using Intermediate Stratified Markers), una cooperación público-privada de 16,5 millones de euros, ha unido a investigadores de instituciones académicas europeas y grandes compañías farmacéuticas.

Una de las instituciones que participa en este proyecto es el Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM), dependiente del Instituto de Salud Carlos III.

Muchas enfermedades mentales son todavía clasificadas y diagnosticadas en base solamente a los síntomas observados, ya que cuentan con pocos biomarcadores objetivos a diferencia de otras como la diabetes. Muchas enfermedades neuropsiquiátricas diferentes comparten síntomas, lo que dificulta la comprensión de la causa biológica que subyace a una enfermedad específica. Por ejemplo, no tenemos realmente una idea de la diferencia que puede haber entre la causa biológica del aislamiento social en la enfermedad de Alzheimer y en esquizofrenia.

Esta falta de comprensión de las causas biológicas profundas es una de las razones que ayudan a explicar el drástico descenso en el desarrollo de nuevos fármacos para tratar los trastornos neuropsiquiátricos. Históricamente, muchos de los principales grupos de fármacos para los trastornos psiquiátricos han sido descubiertos como consecuencia de observaciones casuales en estudios, una aproximación que tiene un gran riesgo de fracaso en el desarrollo de nuevos candidatos a fármacos.

El moderno diseño de fármacos intenta reducir este riesgo con la alteración de un proceso biológico conocido y la exhaustiva observación y cuantificación de los efectos de hacerlo. La aparición de nuevos métodos de medición de la actividad cerebral ha abierto por primera vez la puerta a trabajar de esta manera a la hora de encontrar fármacos para las enfermedades mentales.

Este proyecto ha sido puesto en marcha para descubrir las causas biológicas que hay detrás del aislamiento social. El aislamiento social es uno de los primeros indicadores de la aparición de diversas enfermedades psiquiátricas y neurológicas comunes, pero es un síntoma que puede estar causado por procesos neurobiológicos muy diferentes.

Las personas que sufren de aislamiento social tienden a retraerse de amigos, familia y redes sociales en sus lugares de trabajo. Nadie conoce las causas reales subyacentes.

“Uniendo a expertos líderes de la industria y académicos, el proyecto PRISM está bien posicionado para mejorar la comprensión de las causas subyacentes de los desórdenes mentales y contribuir así a allanar el camino para los nuevos y efectivos tratamientos que esperan los pacientes“, considera Pierre Meulien, Director Ejecutivo de IMI.

El proyecto PRISM medirá la actividad cerebral y el comportamiento de un grupo de pacientes diverso con la utilización de una variedad de técnicas nuevas y existentes, desde fMRI y análisis de sangre hasta apps sobre comportamiento en smartphones.

El proyecto correlacionará simultáneamente estas actividades con los niveles de aislamiento social, centrándose inicialmente en la enfermedad de Alzheimer y la esquizofrenia, pero también observando la depresión mayor. Esto deberá permitir a los científicos comprender exactamente qué parámetros biológicos correlacionan con los diferentes síntomas clínicos. “La atención en salud mental necesita nuevas vías para superar los límites en el diagnóstico y llegar más allá hasta las causas biológicas subyacentes.

Si podemos utilizar las técnicas disponibles para medir objetivamente y eliminar las causas del aislamiento social, este proyecto abrirá una vía totalmente nueva para entender las causas y el tratamiento de la enfermedad mental”, explica el coordinador del proyecto, el profesor Martien Kas, del Centro Médico Universitario de Utrecht y de la Universidad de Groningen, en Holanda.

El coordinador de este proyecto en España, el Dr. Celso Arango, Director Científico del CIBERSAM, señala que este ambicioso proyecto permitirá evaluar si el aislamiento social es un síntoma que necesita un tratamiento común o diferenciado dependiendo de que aparezca en una enfermedad o en otra (esquizofrenia, depresión, enfermedad de Alzheimer).

“El estudio se realizará incorporando nuevas tecnologías como software en teléfonos para medir el aislamiento social en personas y la integración de modelos animales con ensayos en personas afectas con estas enfermedades. Es importante recordar que los síntomas negativos como el aislamiento social son de los que más influyen en el pronóstico y carga social de estas enfermedades”, explica el doctor Arango.

Publicado en:

http://www.adamedtv.com/salud-mental/investigadores-europeos-buscaran-las-causas-biologicas-que-provocan-el-aislamiento-social/




Fuente: www.nytimes.com
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