Los errores diarios que cometes en tu higiene (y de los que no te das ni cuenta)

 
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Cuando escuchamos la palabra “bacteria” solemos pensar en suciedad y enfermedades, pero lo cierto es que muchas de ellas cumplen funciones esenciales para nuestro cuerpo. La población de microorganismos que convive con nosotros excede al número de células propias en una relación de 10 a 1: por cada célula humana llevamos con nosotros 10 microbios. Y las necesitamos para vivir.

Los errores diarios que cometes en tu higiene (y de los que no te das ni cuenta)

Por ejemplo, las bacterias presentes en nuestras tripas –la famosa flora intestinal– nos ayudan a producir vitaminas, como el ácido fólico, y a absorber importantes minerales de los alimentos. El problema es que a veces hay bacterias necesarias y útiles en una parte del cuerpo que acaban en otra zona en la que no sólo no son de ayuda sino que pueden causar problemas. Y esto incluye a las bacterias que se encuentran normalmente en las heces, que pueden acabar en nuestra boca si no somos lo suficientemente cuidadosos.

En su nuevo libro, The Life of Poo(literalmente, “la vida de la caca”), el profesor Adam Hart, biólogo y divulgador científico de la Universidad de Gloucestershire, explica cómo podemos evitar que las bacterias de una parte de nuestro cuerpo (o, más bien, de otras partes, de otros cuerpos) acaben donde no deben.

En el adelanto de su libro que ha publicado The Daily Mail, Hart explica que la ruta más común por la que las bacterias no deseadas penetran en nuestro cuerpo es la boca. “En otras palabras, nos las comemos”, puntualiza el científico. “Y esto incluye las bacterias que encontramos normalmente en losexcrementos, así como otras que puedes encontrar allá donde toques algo”.

La mayoría de personas se preocupan por limpiar a conciencia su casa, ducharse todos los días –algo que no siempre es bueno– o cambiarse a diario de ropa, pero no tantas le dan importancia a la higiene de la parte de nuestro cuerpo culpable de la mayoría de las transmisiones de patógenos: las manos.

Estudios recientes, citados en el libro de Hart, muestran que la gente miente mucho sobre la frecuencia con la que se lava las manos. Aunque entre el 94 y el 96% de la población asegura hacerlo siempre que va al baño, lo cierto es que sólo el 61% de las mujeres y el 37% de los hombres lo hacen realmente.

Lo estás haciendo mal
No parece que haya que hacer un máster para aprender a lavarse las manos, pero lo cierto es que muchas personas se limitan a remojarse un poco pensando que es más que suficiente. En realidad, como explica Hart, el aguatiene que estar presente, pero poco importa que esté caliente o fría y ni siquiera tiene que estar limpia.

En un estudio realizado en un poblado de chabolas de Pakistán, donde la gente se lavaba con agua contaminada con materia fecal, se descubrió que ésta no era peor para tal fin que el agua esterilizada. Siempre, eso sí, que se usara jabón.

“Es el uso del jabón y el frotado de manos lo que realmente importa”, explica Hart en su libro. “Cuando las moléculas del jabón entran en contacto con el agua se forman esferas jabonosas diminutas llamadas micelas. Éstas atrapan la grasa y el aceite (y todo lo que se haya pegado a ellas) y permiten que se mezclen con el agua, que luego desaparece por el fregadero”.

El jabón en realidad no mata las bacterias, sólo hace que se desprendan de nuestra piel, pero el agua por sí misma no sirve para dejar a nuestras manos libres de éstas. Algo que no parece importar a muchos hombres. Sólo la mitad de los varones se lava las manos con agua y jabón, un 35% se lava sólo con agua y el 15% restante no hace nada. Las mujeres son mucho más cuidadosas: el 78% usa agua y jabón.

El biólogo Adam Hart. (@adamhartscience)
Al margen de la necesidad de usar jabón, también es importante que empleemos el tiempo necesario para lavarnos las manos a conciencia. Un estudio publicado en el Journal of Environmental Healthen 2013 mostró que sólo el 30% de las personas se lavan durante más de 9 segundos. El 70% emplea menos de 8 segundos (incluyendo al 10% de las personas que ni se lavan).

Aunque parezca que para lavar bien nuestras manos bastan cuatro o cinco segundos lo cierto es que cuanto más tiempo empleamos más limpias quedan. Y los estudios coinciden en afirmar que lo ideal es frotar nuestras manos entre15 y 30 segundos.

Secarse bien también es importante. Las bacterias se mueven como pez en el agua en las superficies húmedas y se transfieren más fácilmente entre manos mojadas. Y, aunque hay discusiones al respecto, parece claro que los secadores de manos no son tan eficaces como las toallas.

Otras formas de infectarse
Aunque unas manos sucias (las tuyas o la de otra persona con la que entres en contacto) son el elemento de transmisión de patógenos más habitual, no es el único. Dejar abierta la tapa del váter es un descuido habitual (y enormemente tolerado) en hogares y aseos públicos. Y el asunto es preocupante teniendo en cuenta que, cuando tiramos de la cadena, los gérmenes fecales se reparten por la estancia como si rociáramos un aerosol de heces por el baño, hasta un radio de dos metros. Y, sí, también llegan a nuestro cepillo de dientes.

Antes de que el asco que te ha dado lo que acabas de leer haga que te arranques la dentadura, piensa que tu cepillo siempre ha estado ahí y tampoco estás tienes diarrea todos los días. Como explica Hart, aunque pueda estar repleto de bacterias como la E. coli, y lo más probable es que lo esté, no te vas a poner malo necesariamente después de lavarte los dientes: “La mayoría de las E. coli no son dañinas y, de hecho, te has estado lavando los dientes con cepillos contaminados durante toda tu existencia”.

Tampoco es sencillo infectarnos por que una persona contaminada haya tocado un pomo de la puerta. Como cuenta Hart, para que eso ocurra tienen que pasar muchas cosas: “No sólo la persona infectada tiene que lavarse mal las manos, además la bacteria debe aguantar viva el suficiente tiempo en una superficie metálica y seca y, en la práctica, muchas especias no sobreviven en ese tipo de superficies. Tu, además, tienes que tocar la parte correcta del pomo –idealmente con las manos mojadas–, pillar la bacteria y transferirla pronto a tu boca”.

Al final, la manera más fácil de pillar una enfermedad bacteriana es ir a hacer de vientre justo antes de comer y no lavarte las manos. Eso, o ir a comer justo antes de dar la mano a alguien tan guarro que te ofrece un saludo justo después de ir al retrete y no lavarse.

Fuente: www.elciudadano.cl
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